[...] Otro tanto se puede decir del beso en el ano, que no representaba otra cosa que el rito según el cual, el maestro templario transmite “el espírituo” a través del aliento en la base de la columna vertebral, a través de la que circulaba la “serpiente del conocimiento” cuyo inicio es ahí y su final es en el lugar marcado por la tonsura sacerdotal [...]
Y a continuación la oda leída en burbuja inmobiliaria: