La célebre frase que cito en el título de esta entrada corresponde a una secuencia de la película "El nombre de la rosa" (1986), basada en la novela homónima de Umberto Eco.
La obra perdida de Aristóteles juega un papel central en la trama. La historia se desarrolla en una abadía benedictina del siglo XIV donde ocurren una serie de misteriosos asesinatos. A lo largo de la trama, se revela que el motivo detrás de los crímenes está relacionado con un libro prohibido: el supuesto segundo libro de la Poética de Aristóteles, que trata sobre la risa y la comedia.
En la película y la novela, Jorge de Burgos, un monje anciano y fanático, considera que la risa es peligrosa porque socava la autoridad y el orden. Según Jorge, la risa tiene el poder de relativizar lo sagrado, y por eso teme que la difusión de las ideas de Aristóteles sobre la comedia debilite la fe y la disciplina en la Iglesia.
El film presenta la risa como una herramienta subversiva que desafía el poder establecido. Al vincular la comedia con la libertad intelectual, Eco usa el segundo libro perdido de la Poética como símbolo de ideas que la ortodoxia considera peligrosas.
El personaje de Guillermo de Baskersville interpretado por Sean Connery es una mezcla entre los nombres de Guillermo de Ockham (teólogo de la Edad Media) quien usaba la lógica de forma parecida al personaje homónimo (que como Ockham se había enfrentado a acusaciones de herejía.).
La otra parte del nombre (Baskerville) sería un guiño al libro de Arthur Conan Doyle, El perro de los Baskerville, al elegir el apellido de "Baskerville", Umberto Eco establecería un paralelismo entre la lógica y la capacidad de deducción de Sherlock Holmes y las de Guillermo.