lunes, 13 de noviembre de 2023

La tiranía de las ideas (escrito por Nadia Asparouhova)

Ayer me leí este texto de la autora Nadia Asparouhova, cuya cuenta de twitter (X) es esta, que reflexiona sobre el origen de las ideas, los memes, el encasillamiento idea-autor, si las ideas tienen vida propia y son dictadas por musas, etc, el texto me parece sugerente y dejo su traducción.

La tiranía de las ideas 

Apolo y las musas de Heinrich Maria von Hess

La novela Embassytown, de China Miéville, describe un mundo en el que una especie alienígena, los Ariekei, queda cautivada por la capacidad de un humano para hablar su idioma. Lo que empieza como novedad da paso a la obsesión, y se convierten en adictos a su voz, sus vidas se desmoronan, vagan por las calles como zombis, destrozando el mundo en busca de más "droga divina". Su obsesión no tiene nada que ver con la persona que hay detrás, sino con lo que puede proporcionarles.

Últimamente me divierto pensando que el mundo lo dirigen las ideas, no las personas. Tendemos a hablar de los efectos meméticos en relación con el consumo de masas -sus efectos distributivos-, pero se habla menos de cómo afectan los memes a los propios creadores.

Me gusta pensar en las personas como recipientes, lo que supone un refrescante contrapeso a la trillada "teoría del gran hombre". En lugar de ver a las personas como agentes del cambio, pienso en ellas como intermediarios, cajas de voz de algún virus de ideas persistente que se ha apoderado de ellas y habla a través de su forma corpórea. Es lo que podríamos llamar la "teoría del gran profeta".


Las ideas nos llevan a la batalla como caballos de batalla. Podemos presenciarlas, participar en ellas e incluso dirigirlas, pero su verdadero significado se nos escapa. No sabemos realmente de dónde vienen las ideas, ni cómo controlarlas.

                                                                   Dar a luz nuevas ideas

Consideremos la obsesión con la que los creadores lanzan nuevas ideas al mundo, que hemos denominado clínicamente "motivación intrínseca", pero que no parece que entendamos más allá de eso. Podemos observar que ocurre, pero no sabemos qué es lo que realmente lleva a alguien a conducirse casi hasta la muerte sólo para poder dar a una idea un corazón palpitante y una oportunidad de sobrevivir en el mundo. "Porque tenía que hacerlo" o "Porque no podía dejar de pensar en ello" son síntomas, no causas.

Uno de mis ejemplos recientes favoritos. Vía Twitter

Una vez que las ideas encuentran un público, son difíciles de erradicar. Muchos creadores sorprendidos se han dado cuenta de que han perdido el control sobre una idea, viendo impotentes cómo se le da forma y se reinterpreta de maneras que no pretendían.

Es enormemente difícil para un creador de éxito escapar de su propia idea, porque las ideas necesitan anfitriones para sobrevivir. Ahora su público las posee: los creadores se convierten en el dios-droga de los Ariekei, entregando sus mercancías a una multitud balbuceante que exige frenéticamente más, más. El creador debe luchar contra su propia idea para sobrevivir, domándola hasta la sumisión, o arriesgarse a ser subsumido por sus demandas.

Por alguna razón, a menudo pienso en Rebirth, el álbum de rock de Lil Wayne, quizás porque el título es tan melancólicamente aspiracional. Lil Wayne intentó en vano "renacer", pero fue muy criticado por un público que quería que produjera rap, no rock. Debido a su éxito anterior, Lil Wayne se convirtió en un recipiente para un cierto tipo de sonido del que ansiábamos más. Se convirtió en "esa persona" para "esa idea".

Las limitaciones de la reputación

Incluso después de que una idea se haga lo suficientemente popular como para sobrevivir en el mundo sin un anfitrión, sigue siendo difícil para los creadores escapar de ellas, porque las ideas se unen a sus anfitriones en forma de reputación, como un virus que vive en el cuerpo de uno para siempre. La reputación es el conjunto de ideas que han invadido tu cuerpo. La reputación es una lista de tus enfermedades crónicas.

Es extraño pensar que la reputación personal sea hoy simultáneamente más y menos valiosa. La reputación es la moneda que impulsa nuestros sistemas sociales -un símbolo de tu valor único- pero, al mismo tiempo, es más fácil que nunca encontrar sustitutos para un sonido, estilo, estética o forma de pensar concretos. Creo que es una señal de que las ideas están ganando la partida a las personas, o quizá sólo nos están dando a conocer mejor su tiranía, una ominosa bengala de señal lanzada al cielo.

La forma en que escuchamos música, por ejemplo, ha cambiado. Ya no escuchamos álbumes enteros como antes. No sabemos tanto sobre los artistas como antes. En lugar de eso, combinamos y recombinamos hasta encontrar precisamente el sonido que buscamos, bombeando droga divina en nuestras venas, sin importarnos realmente quién está detrás. Como un artista en una lista de reproducción de Spotify autogenerada, mi "cosa" es intercambiable con las "cosas" de muchas otras personas que darían a mi público la misma dosis.

Volviendo al ejemplo de Lil Wayne, si alguna vez Lil Wayne se pusiera firme y decidiera dejar de hacer rap, encontraríamos a otro artista igual que él, a otro que satisficiera nuestros deseos. Lil Wayne domina al público cuando se trata de rap. Pero su reputación es un contrato del diablo: sigue haciendo lo mismo y serás recompensado, pero no te alejes demasiado del concepto original.

Del mismo modo, cuando un artista excepcional muere prematuramente, no necesariamente lo lloramos por lo que es. Al fin y al cabo, sólo conocemos su identidad a través de lo que ha producido para nosotros. Lo lloramos porque su producto escasea y ya no podemos conseguirlo. Cuando alguien dice, por ejemplo: "Nadie ha tocado nunca la guitarra como Jimi Hendrix", está diciendo que anhela un sonido difícil de encontrar en otro sitio, no que eche de menos al propio Jimi Hendrix.

La reputación tiene un valor local -es lo que te distingue dentro de tu mundo-, pero la demanda global de la producción de la mayoría de la gente es bastante elástica .Para dar a la gente lo que quiere, la reputación se mercantiliza, se agrupa y se comercializa en un mercado global. Spotify Discover Weekly satisface al consumidor mercantilizando al creador. Hoy en día, los creadores de Internet pueden acumular grandes audiencias sin llegar a ser realmente famosos; pueden tener un poder local considerable, pero su valor global es muy reducido.

Recuperar el control

¿Cómo preservan los creadores la opcionalidad?¿Cómo mantienen la separación entre ellos y sus ideas y evitan ser consumidos por la demanda?

Uno de los enfoques consiste en resistirse por completo a la definición, lo que parece la respuesta obvia, pero es difícil de llevar a la práctica, porque exige librar una batalla constante contra las muchas ideas que inevitablemente te acosarán. Aún así, hay quien encuentra en ello un reto divertido en sí mismo, que requiere bastante sigilo para nadar entre las oscuras profundidades del océano sin ser detectado.

Cuanto más me he fijado en este enfoque, más ejemplos he observado entre personajes públicos. Son los que siempre parecen tener ideas interesantes, los pensadores generativos que a todo el mundo le gusta admirar, pero que consiguen decir mucho y poco al mismo tiempo. Kanye West es el ejemplo canónico que me viene a la mente: es difícil precisar qué hace exactamente, o en qué piensa, y sin embargo las cosas que hace parecen singularmente "Kanyescas".

El segundo enfoque consiste en compartimentar, que es más tedioso de gestionar, pero probablemente más fácil de llevar a cabo para la mayoría. Tendemos a suponer que la gente utiliza seudónimos o alias por razones de privacidad. Pero no siempre se trata de ocultar quién eres, sino de mantener tus ideas separadas de una identidad raíz (por ejemplo, tu nombre legal), de modo que puedas seguir recordando quién eres cuando las ideas no estén contigo.

La trabajadora del sexo Stoya comparó una vez su elección de un seudónimo con "decidir un nombre de usuario para cualquier servicio o sitio web de Internet":

Mi nombre artístico no tiene tanto que ver con ocultar partes de mí misma o mantener la privacidad como con simbolizar la idea de que soy algo más que mi trabajo o cualquier otra parte aislada de mi identidad.

Mi ejemplo favorito de esto: una amiga, madre de dos hijos, reflexionaba hace poco sobre el hecho de que su hija empezara a llamarla por su nombre de pila, porque quería saber quién era más allá de ser su madre. Los términos "mamá" y "papá" son seudónimos que protegen al yo, que existe a priori de ser padre.

Por último, hasta cierto punto, me satisface aceptar que las ideas tienen vida propia. Si se manejan con cuidado, pueden proteger al creador en lugar de agotarlo. Por ejemplo, los actores y directores a veces hablan de hacer un gran éxito de taquilla, para poder llevar a cabo su proyecto artístico paralelo sin sentirse presionados a complacer al público. Si todo el mundo gestiona una cartera de ideas, algunas serán rentables, otras serán apuestas arriesgadas y otras simplemente divertidas.

Las ideas son fascinadores que brillan y cuelgan delante del creador, distrayendo a un público ansioso de la persona que hay detrás de la cortina. Someternos a la tiranía de las ideas nos da la libertad de explorar quiénes somos al margen de nuestra reputación pública. Si las ideas son entidades vivas que existen separadas de nosotros mismos, ¿qué queda de nosotros?.

Fuente: https://nadia.xyz/ideas

6 comentarios :

  1. “No es el trabajo de un artista darle al público, lo que el público quiere. El trabajo de un artista es darle a público lo que necesita, si el público supiera lo que necesita, entonces sería el artista.” Alan Moore

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  2. Respuestas
    1. Vista la charla, digamos que la idea es que si las musas te dictan y tu eres el recpetor, ni te puedes alabar ni criticar por "tu" creación, ya que solo eres el cnal, el medio, me gusta su proclama y va en consonancia con el texto que traduje, tb entronca con temas de otros posts de mi blog como la posible inexistencia de libre albedrío.

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  3. "Los hombres no inventan ni crean ideas; las ideas existen y los hombres son capaces de captarlas". - Paracelso

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