Desafiando las principales teorías científicas que afirman que nuestros sentidos informan sobre la realidad objetiva, el científico cognitivo
Donald Hoffman argumenta que si bien debemos tomar en serio nuestras percepciones, no debemos tomarlas literalmente. ¿Cómo es posible que el mundo que vemos no sea una realidad objetiva? ¿Y cómo pueden ser útiles nuestros sentidos si no están comunicando la verdad?.
Desde que el Homo sapiens ha caminado por la tierra, la selección natural ha favorecido la percepción que oculta la verdad y nos guía hacia la acción útil, moldeando nuestros sentidos para mantenernos vivos y reproduciéndonos.
Observamos un coche a toda velocidad y no caminamos delante de él; vemos moho creciendo en el pan y no lo comemos. Estas impresiones, sin embargo, no son una realidad objetiva.
Al igual que un icono de archivo en una pantalla de escritorio es un símbolo útil en lugar de una representación genuina de cómo es un archivo de computadora, los objetos que vemos todos los días son simplemente iconos, lo que nos permite navegar por el mundo con seguridad y facilidad.
Desde examinar por qué los diseñadores de moda crean prendas que dan la ilusión de una forma corporal más "atractiva" hasta estudiar cómo las empresas utilizan el color para provocar emociones específicas en los consumidores, e incluso desmantelar la noción misma de que el espacio-tiempo es una realidad objetiva.
El Caso contra la Realidad nos reta a cuestionar todo lo que creíamos que sabíamos sobre el mundo que vemos.